¡Disciplinar es enseñar antes que todo!
Es interesante observar las
caras de los padres, en cada encuentro de aprendizaje familiar-escolar, cuando
les pregunto, Y usted, ¿Reniega cuando corrige a su hijo?
Pues algunos se desahogan en
ese instante, y lo cierto es que hemos asociado la palabra disciplina con
gritos/golpes o molestias constantes.
Porque la salida más fácil es
gritar: ¡Ya te dije que no hagas eso!, ¡Avanza, eres un flojo!, ¡Quejas, nada más
recibo de ti! Exacto, no solo no sabemos controlar nuestras emociones, sino que
herimos e instalamos conceptos en nuestros hijos que afectan su autoestima. Y
ellos reaccionan de diferente manera, algunos empiezan a pelear en el colegio,
o se vuelven callados, les golpean y no piden ayuda, se desmotivan académicamente,
etc. Y seguimos gritándolos, y seguimos golpeándolos, pensando "Este
chiquito ya no tiene remedio"... Es un círculo vicioso tóxico, que viven
muchos hogares de nuestra región.
En primer lugar, disciplina
significa enseñar, no corregir. Tan simple como eso. El problema es ¿Sabemos
enseñar? ¿Pueden los padres educar con ejemplo? ¿Cuidan las emociones y
entienden como se sienten sus hijos? ¿Saben establecer límites sin violentar?.
Entonces necesitamos aprender
a guiar en el comportamiento de nuestros hijos, aprender a hacerlos
reflexionar, a persuadirlos y despertar en ellos sentimientos positivos. Eso es
enseñar. ¡Es sumamente complicado! La tarea de ser buen padre, el que comunica
y es empático, el que educa con valores, el padre que está cuando su hijo lo
necesita, el que busca información, el es creativo para corregir
Muy bien, entonces disciplinar
es enseñar, acompañar, mostrar cómo se hace bien y que mi hijo pueda seguirme,
porque somos los guías (padres), parte de la disciplina es instaurar hábitos en
nuestros hijos, habito de lectura, habito de estudio, habito de hablar siempre
con la verdad, etc. ¿Cómo logramos eso? Si, con el ejemplo ¿Qué más?
Hablándoles, si también. Y ¿Ya?
Los hábitos, queridos lectores
se forman con la repetición sistemática del accionar, quiere decir que cuanto más
mi hijo haga cosas buenas, mayor es la probabilidad de que las repita, y se
habitúe a ello. Aparte de ser sistemática, la disciplina incluye emociones. Las
emociones están en cada momento, hablas y haces sentir algo, tocas y haces
sentir algo, miras y haces sentir algo. ¡Somos comunicación emocional pura!
Aja. Cuando acompañamos la disciplina de emociones positivas, está demostrado
que el cerebro produce muchos más niveles del neurotransmisor serotonina, que
favorece el aprendizaje. No es gusto de nosotros los psicólogos, tratar de
hacer entender a la nueva generación de padres, que violentar no es la mejor
forma de educar.
Entonces, Ejemplificamos,
guiamos, repetimos, motivamos y cuidamos las emociones.... ya está casi al 80%
nuestro sistema disciplinario. Ahora hay un factor importante, el ambiente. Si.
definitivamente, mi hijo aprendió a decir malas palabras de su amiguito del
colegio, es que mi hija aprendió a tener enamorada de su amiguita del aula.
Todo iba bien ¿Verdad? Un sistema interno disciplinario. Y ahora, ¿Cómo
controlamos la influencia externa? La verdad es que tenemos los primeros años
de vida para enseñarles a nuestros hijos a diferenciar lo bueno y lo malo, en
adelante ellos elegirán por criterio lo adecuado, porque la formación es algo
que los acompaña de por vida. Es verdad que pueden haber confusiones en el
camino, pero si somos padres que estamos atentos al desempeño de nuestros
chicos, podremos detectar a tiempo algún cambio desfavorable para ellos y
corregir. Pero si no los formamos para discernir sino para obedecer por miedo,
y tampoco estamos atentos a cómo van creciendo y relacionándose con su medio,
todo se complica. Sin embargo, no es tarde para empezar a disciplinarlos.
Empieza ya, dedica tu tiempo, tu energía y tu amor a su educación.
Libro recomendado
Padres preparados, hijos triunfadores
Comentarios
Publicar un comentario